El señor Gurmendi no está seguro si la nieve que inunda las calles se presenta con objeto de amistad o si de lo contrario es más bien una intimidación del agua de lluvia, que piensa quedarse para someter la ciudad a la paralización del tiempo.
El señor Gurmendi se abriga excesivamente con varias capas de ropa vieja que guarda, para este tipo de ocasiones, en el sótano, y da los primeros pasos hacia el exterior de su casa. Su impresión es un tanto singular, y no acaba de completarse hasta llegar a su parque habitual, donde la capa de nieve no ha cogido el color oscuro de los humos de escape, sino luce un blanco de lo más espectacular y enternecedor. Ahora se sienta inmóvil en un banco y detiene el tiempo.
domingo, 17 de enero de 2010
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5 interpretaciones:
Hola! Por aca dejando un Saludo, un abrazo desde Colombia!
hola estimado, veo que sigues mi blog, muchas gracias.me gustaria saber porqué lo sigues y qué debo mejorar y cuentame algo de ti, ya? será entretenido.
cómo me gustaría vivir en una zona donde nevara habitualmente. la nieve me parece la expresión máxima de la pureza.
desde mi pequeño reino estival, añoro el dia en que vuelva a tocar la nieve, sentirla derretirse en mi lengua y jugar como chiquillo a la "guerra blanca"...
desde mi pequeño reino estival, añoro el dia en que vuelva a tocar la nieve, sentirla derretirse en mi lengua y jugar como chiquillo a la "guerra blanca"...
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