sábado, 20 de marzo de 2010

De la hormiga y la araña


Érase una vez una hormiga orgullosa, de color marrón, cuerpo robusto y trompa larga, que vivía en una tela de araña. Érase la misma vez también una araña obesa, con bigote de fiera, que saltaba alrededor de la hormiga cantando por bulerías. Un día la hormiga tomó postura de reina, levantó tantísimo la cabeza que, de no haber sido por la pegajosa tela, se habría caído hacia atrás, y tiró su cinturón a la araña para que subiera con ella al trono. Sin embargo, en vez de subir la araña, del fuerte peso cayó también la hormiga, que no acostumbraba a hacer ejercicio. Ahora las dos viven jugando a esconderse de los granos de arena en la playa.

Érase una vez el señor Gurmendi dando vida a lo inerte y pensando que todo lo demás estaba muerto.

lunes, 8 de marzo de 2010

Del cuento para niños adultos

 

El señor Gurmendi salió de viaje y reconoció el encanto de la arquitectura gaudiana, cuyas formas y colores le recordaban a un cuento para niños adultos que guardaba en la estantería:
«Te dejo un instante más para reflexionar acerca de quien eres» dijo él cuando se la encontró un buen día en un pueblo de la costa atlántica. Ella le miró fijamente, frunció las cejas y no dijo nada. ¿Acaso él tenía que meterse en asuntos ajenos, intimidando la privacidad de otros? ¿Acaso ella tenía que pensar sobre sí misma? Al fin y al cabo solo era una muñeca con sobredosis de maquillaje que pasaba el día observando a los demás muñecos.
«Tonterías» optó finalmente por contestar « ¿Por qué debería yo partirme la cabeza si otros tampoco lo hacen?»